Muy 
                                    pocos discos poseen la profundidad emocional 
                                    del álbum negro de Negu Gorriak. Más 
                                    allá de la conexión política, 
                                    aquí se ahonda en sentimientos dolorosos. 
                                    Cuando se pierde la esperanza, te das cuenta 
                                    de que organizar el odio conlleva un precio 
                                    muy alto que debes pagar para seguir resistiendo. 
                                    Fermin trata de explicar una tormenta desde 
                                    dentro, operándose a sí mismo 
                                    a corazón abierto para desentrañar 
                                    la caja negra de la historia y tratar de comprender 
                                    el sentido de la vida y de la muerte, inquietantemente 
                                    unidas por el llanto, como se recuerda en 
                                    la versión de Delirium Tremens, "Kaixo". 
                                    Ya sucedía en el segundo LP de Kortatu, 
                                    la impotencia le quema la sangre, pero ahora 
                                    la desesperación parece inclinar la 
                                    balanza hacia la oscuridad, hacia una violencia 
                                    autodestructiva generada por una sociedad 
                                    enferma, hipócrita y cínica 
                                    hasta decir basta, donde todos somos Malcolm 
                                    X, como dice Antón Reixa, pero a un 
                                    cretino se le oye hablar de RH. En la línea 
                                    del Henry Rollins de "The End Of Silence", 
                                    "Bi doberman beltz" abre setenta 
                                    minutos sobre la confusión y la amargura. 
                                    Hay que resistir, pero no queda nada en qué 
                                    creer porque "el verdugo es el hombre 
                                    de las mil caras", porque a veces sólo 
                                    se entiende el lenguaje de las pistolas ("Pistolaren 
                                    mintzoa", versión de M-ak); porque 
                                    "en el reino de la hipocresía 
                                    no hay lugar para los inocentes. / Homosexual 
                                    y rojo son pecados imperdonables"; porque 
                                    en el mundo de la prisa se justifica el egoísmo 
                                    ("Bost gehiago"); porque ante el 
                                    timo del rock'n'roll uno se siente como "un 
                                    imbécil más en el paraíso 
                                    de los gilipollas"; porque la tortura 
                                    no existe, según quien diga la misa; 
                                    porque un cadáver sabe guardar muy 
                                    bien los secretos. Hay también dolor 
                                    por la muerte ("Erori") y por la 
                                    ausencia: intenso en "Hemen izango bazina" 
                                    ("si estuvieras aquí / al borde 
                                    de la cantera y mirando al desierto / no me 
                                    atraparía la última grieta") 
                                    y estremecedor en "Itxoiten" ("Esperando"), 
                                    una canción que sabe conjugar los medios 
                                    tiempos de Red Hot Chili Peppers hasta dejarte 
                                    sin lágrimas. Todo viene envuelto en 
                                    sonidos crudos, hardcore emocional, metal 
                                    inquietente, hip hop minimal. Todo menos "Kolore 
                                    bizia" y "Chaquito", dos apuntes 
                                    de esperanza en clave caribeña para 
                                    seguir adelante: contra el racismo, una; por 
                                    la paz, la otra. Estremecedor. Un disco tremendo 
                                    que es mucho más que una visión 
                                    sobre Euskadi en 1993. Un 10 para el mejor 
                                    disco de aquel año en Rockdelux. 
                                    I[ 
                                    XAVIER CERVANTES / ROCKDELUX ]  |